Por Mah Iahdih Nan-OPINIÓN
Madrid (ECS).- La política norteamericana no suele ser del agrado de la mayoría del resto de los pueblos del mundo, pero hay que reconocerle que su politica gubernamental, ha sido siempre coherente con su ideología, carácter y doctrina algo ficticia y cargada de superioridad. La irrupción del Trumpismo y el temor a la pérdida de la hegemonía mundial ante la potencia emergente China, han provocado cambios sustanciales en la política clásica norteamericana.
Estos dos factores están marcando, desde hace aproximadamente unos diez años, las posiciones de Washington en política exterior.
Lo que antaño era posiciones firmes, claras y tajantes acordes con la hegemonía y superioridad norteamericana, desde hace unos años atrás se han transformado en titubeos, dudas y mercadeos muy alejados de la filosofía imperial norteamericana impuesta al mundo desde prácticamente finales
del siglo XIX. Desde hace algunos años cierto nerviosismo e inseguridad han motivado que algunas posiciones nosrteamericanas no se ajustan al comportamiento de la primera potencia mundial.
Esta nueva modalidad de la política norteamericana caracterizada por cambalaches de poca envergadura dirigidos a contentar a dictadores y sátrapas de poca monta, ha llegado al conflicto saharaui desde la última semana de Trump en la Casa Blanca.
Recientemente, el secretario de Estado Norteamericano Anthony Blinken, mantuvo contactos con el tosco y retorcido Ministro de Exteriores marroquí. A raíz de este contacto la Secretaria de Estado de EE.UU difundió un comunicado favorable al proceso de descolonización del Sáhara Occidental y apoyando al Representare Espaecial para El conflicto del Sáhara Occidental, el Sr. Staffan De Mistura. El comunicado no hacia ninguna referencia a la obsesión y paranoia de la dictadura marroquí; la ilegal e irrealizable propuesta de la autonomía.
La insignificante omisión norteamericana, como de costumbre provocó el pánico y la fobia del régimen dictatorial del Majzén marroquí y rápidamente solicitaron a través de su oficina en Washington una rectificación o alguna declaración que contenga un apoyo explícito a la citada Autonomía.
Washington, que al parecer, o no entendíeron muy bien la petición marroqui, o cansados de los caprichos, desvaríos y simplezas del régimen marroqui, en una rueda de prensa ordinaria del portavoz del Secretario de Estado, este manifestó, que no hay ningún cambio en la posición de EE. UU sobre este asunto. “Seguimos considerando que el plan de autonomía de Marruecos es serio y creíble, y uno de los muchos enfoques posibles para satisfacer las aspiraciones del pueblo del Sáhara Occidental". La declaración fue para el pegajoso y estupido Majzen marroqui, como un jarro de agua fría a las seis de la mañana de un día invernal.
El remedio fue peor que la enfermedad; el Majzén pretendía sustituir una omisión insignificante, por su propaganda barata, de un falso y pretendido consenso mundial sobre su arbitraria propuesta, y el tiro les salió por la culata. El portavoz remató su referencia al Sáhara Occidental, diciendo que la Autonomía es simplemente uno de los muchos enfoques que pueden satisfacer las aspiraciones del pueblo Saharaui, con esto, queda todo dicho.
El Majzén no daba crédito, sus mentiras propagandísticas se esfumaban de un plumazo, y por boca del portavoz de su aliado más poderoso. Así es como el anticuado Majzén, escuchó que su gran y cacareado remedio mágico llamado Autonomía, es sencillamente una de las muchas propuestas sobre la mesa. Era justo, lo último que querían oir los representantes del obsoleto y caduco régimen marroquí.
Seguramente, seguirán dando la lata, para obtener declaraciones inútiles, de gente poderosa, a favor de su juguetito y así poder engañar y engañarse sobre el Estatuto del territorio no autónomo del Sáhara Ocvcidental.
Pero algún día despertaran y se encontrarán de frente con la realidad de las cosas; ningun pronunciamiento ni declaración individual o conjunta, por muy influyente que está sea llámese Trump, Ucrania o Portugal variará el Estatuto oficial del Sáhara Occidental. Tan sólo la voluntad del pueblo Saharaui y las urnas podrán zanjar el destino del Sáhara Occidental, lo demás son triquiñuelas para seguir ganando tiempo.
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