OPINIÓN | ¿Por qué introducir los valores del feminismo en la sociedad saharaui?

Madrid, 25 marzo de 2019. -(El Confidencial Saharaui).

Por Nasra Mah Iahdih ECS

OPINIÓN 

Nasra Mah Iahdih,  estudiante de derecho


El feminismo es un movimiento social que ha transformado las comunidades humanas. Con sus teorías, el feminismo ha modificado la autoconciencia de las sociedades. Más de dos siglos lleva vigente la lucha del feminismo y no hace más que aumentar su influencia en nuestras sociedades humanas. Con este movimiento las mujeres han tomado conciencia de su ser y se han humanizado ante una sociedad que no ha hecho más que deshumanizarlas a través de la sexualización y la cosificación mediante la cultura y determinadas filosofías dogmáticas, que parten desde una base misógina.

La sociedad saharaui no está exenta de ese orden social que se basa en un sistema patriarcal y que continuamente es justificado por la cultura y la religión. Se parte desde la creencia de que dicho orden o preceptos son inalterables porque así lo recogen la cultura y la religión, sin si quiera pretender reinterpretarlos o cuestionar según qué normas para mejorar las condiciones de las mujeres basándonos en los derechos universales.

El orden por el cual se rige la sociedad saharaui es profundamente machista. Se suele hacer referencia del poder que tiene la mujer saharaui en su sociedad apelando a su importancia como sujeto constructor de la familia y la sociedad. Cierto que la mujer saharaui tiene un papel relevante en nuestra sociedad, pero es un papel con raíces machistas el que se le ha otorgado, pues es el papel de madre, hija, esposa y hermana. Las desigualdades son de género y es ahí donde entra la importancia del feminismo para deconstruir dichas desigualdades. En los campamentos de refugiados el conocimiento sobre las teorías y los valores del feminismo son pocas, es por ello, que se normalizan ciertos actos profundamente machistas. La realidad es que todas las mujeres tenemos una historia de opresión, que como dice Celia Amorós se debe a que provenimos todas las mujeres de patriarcados de coacción. El orden en el que nos regimos las mujeres saharauis nos inculca en la idea de que somos seres distintos, donde la mujer debido a su inferioridad intelectual y física es el ser que complementa al hombre para satisfacer sus necesidades. Que, por cierto, esta es una teoría que ha sido bastante practicada en el mundo occidental y en las filosofías occidentales, no fue hasta con la aparición del feminismo allá por la revolución francesa que no se comenzó a cuestionar y deconstruir estas ideas.

Después del alto el fuego en el año 1991 comenzó a instaurarse sutilmente un patriarcado de coacción, en el que las funciones de las mujeres saharauis quedan relegadas a funciones de segundo orden, al servicio doméstico y a ser unas “excelentes madres, hijas y esposas”. Mientras que los hombres ocupaban los cargos relevantes y comenzaron a ostentar el poder para establecer el orden social en el que nos vamos a regir (por supuesto patriarcal). Es ahí, donde todo lo que han construido nuestras abuelas se queda en cenizas. Nuestro papel es reducido a labores sociales, responsabilidades menores, educadoras de futuros hombres valientes y futuras esposas. En la actualidad, la autoestima de la mujer saharaui está en decadencia. El sueño de la muchas de las jóvenes saharauis es el día de su boda y por consiguiente el día de ser madres. Lamentablemente, esa es la educación que están recibiendo; ser perfectas físicamente, casarse y reproducirse. La educación que están recibiendo las jóvenes saharauis es un continuo estrangulamiento de su condición como mujer, donde se reprimen sus gustos e instintos. Se le educa para ajustar su personalidad al tribunal social. Desde pequeñas se nos recalcan continuamente advertencia sobre lo vergonzosos o dañinos que son determinados comportamientos asociados a nuestra libertad. Esto se debe a lo sexualizadas que estamos ante los ojos del tribunal social.

Absolutamente todas las normas por las que se rige el tribunal social saharaui sexualizan a la mujer, es por ello que se le reprimen sus gustos e instintos hasta estrangular su personalidad y por consiguiente perderla para ser una marioneta de la familia. A partir de aquí, todo nuestro mundo y decisiones se basarán en complacer a la familia, pues recae sobre nosotras toda la responsabilidad del honor de nuestra familia. La culpa será nuestra aliada, nuestro “poli en la cabeza” en este camino para no revelarnos y sobresalir de lo establecido por el tribunal social. Por encima de todo, está no defraudar al tribunal social.

La única manera de mejorar las condiciones de nuestra sociedad (especialmente la de las mujeres) y frenar la intransigencia del tribunal social es a través del feminismo. De ahí la importancia de sus valores, pues solo mediante estos la mujer saharaui podrá recuperar su personalidad y ostentar su propia potestad adquiriendo su mayoría de edad y transformando así, el orden social saharaui incorporando la mujer al concepto de ser humano, es decir, humanizándose ante ese tribunal social inflexible y fanático. Con los valores del feminismo construiremos una sociedad mejor, distinta a la actual. La mujer saharaui revalorizará su condición de ser y dejará de ser “la madre, la esposa y la hija” para ser la mujer, la que dirige su propia vida sin temor a ninguna consecuencia y siendo responsable solo y exclusivamente de sus actos y su vida.

Con el feminismo nuestra sociedad será menos materialista, más tolerante y sobre todo libre, libre de cualquier intransigencia y culpa.

El feminismo nos otorga ideas claras y distintas que nos ayudarán a transformar todo aquello que reproduce las desigualdades dentro de nuestra sociedad, a detectar la raíz de nuestros problemas y darles soluciones eficaces para dejar de ser “el segundo sexo” (Simone de Beavour”).

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